miércoles, 24 de octubre de 2012

LOS ZULU

Dice la historia que la confederación de los Nguni-Mathethwa, compuesta por más de treinta jefaturas entre las que estaba la de Senzankaona y al que pertencía el clan Abatetwa de Shaka, fue potenciada y consolidada por el jefe Dingiswaya, que logró darle una fuerte estructura de Estado. Para esto sometió a tributo a otros jefes vasallos, perfeccionó los regimientos basados en las clases de edad, rodeó a su persona de un carácter semisagrado y controló las reutas caravaneras comerciales que tenían como punto de encuentro la bahía de Delagoa. Pronto entró en conflicto con los intereses del Estado ndwandwe de Zwidé, y la guerra estalló entre ambos; en 1818 tuvo lugar el enfrentamiento principal y Dingiswayo fue derrotado y ejecutado durante la batalla. El vacío de poder dejado por la desparición de éste será ocupado por Shaka después de muchas peripecias, ya que por circunstancias concretas de su madre y de su nacimiento fue perseguido por las otras esposas de su padre. Al año siguiente, Shaka comenzó una guerra contra su enemigo Zwidé, al que derrotó en 1820, causando la desintegración de la confederación ndwanwe y la huida de sus generales hacia el norte, donde en diversos lugares estblecieron reinos de menor entidad.


Al margen de su poderío político y de las reformas de Shaka, la fuerza tradicional se ha mantenido en las manifestaciones sociales de cada día. El kraal o habitación familiar se dispone en un terreno de tendencia circular donde se colocan las chozas de las mujeres; su construcción se hace en forma de cúpula a partir de un armazón de palos, ramas y hojas que cierran los espacios lo más posible. Sobre este entramado las mujeres colocan en la parte superior esteras de hierba que sujetan con fuertes cuerdas. Cada esposa puede tener una o dos cabañas con sus correspondientes graneros, y la más antigua coloca la suya al lado de la entrada junto al pequeño recinto donde se guarda el ganado. Todo el kraal está rodeado de un seto y fuera de él están los campos que corresponden a cada choza para que los cultive la mujer según la parte que se le haya asignado. También las tumbas tienen forma circular, acondicionándose en el centro un nicho donde se entierra el cuerpo doblado sobre sí mismo a la manera de un feto. Tanto la planta del kraal como la de la tumba recuerdan la matriz humana y está en consonancia con ritos de la fertilidad.


 

 









La sociedad se estructura en clanes exógamos, segmentados en linajes agnaticios disperos que se distribuyen en aldeas. Los jefes podían casarse dentro de su clan, lo que daba lugar a la subdivisión de éste. Cuando los linajes van creciendo se dividen en ramas parilineales y crean aldeas independientes en la zona territorial del linaje. Las mujeres dentro del matrimonio polígamo, están clasificadas por grados y la esposa principal, que no necesariamente es la más antigua, es la que dará el sucesor ritual del padre; aunque no sea su heredero más importante; el rango de la esposa viene determinado por la importacia del clan al que pertenece, y tiene a sus órdenes otras esposas subordinadas. Se favorecía mucho el matrimonio con hermanas, con lo que la mayor podía tener como ayuda y compañera a la menor. El divorcio era muy raro y el adulterio estaba serveramente castigado. Como sucede en otras sociedades, la mujer estéril o la que muere sin haber tenido hijos deben ser sustituidas por las familias o devolver la compensación. El levirato es norma común, y en el caso de que una viuda se vaya a vivir con un extraño se consideta tal estado como concubinato. El sororato, es libre y se practica dentro de ciertas condiciones como si el esposo ha sido un cónyuge ejemplar.


Un caso de matrimonio especial era el patrocinado por mujeres estériles que, ejerciendo normalmente la magia y la adivinación, conseguían una importante riqueza ganadera merced a los honorarios que cobraban. Estas mujeres pagaban en ganado el lobola de una muchacha y se convertían en mujeres-maridos con derecho a la descendecia de la joven; para esto, escogían aquéllas a un hombre que cohabitara con la muchacha y los hijos de ésta pasaban a ser suyos. La mujer-marido gozaba de los mismos derechos que los demás maridos y podía reclamar una compensación en el caso de que la joven cometiera adulterio. También practicaban los Zulu lo que se ha llamado "matrimonio fantasma" de una doble forma; la primera de ellas tiene lugar cuando un hombre muere después de haber contraído esponsales, pero sin haber consumado el matrimonio; en este caso, uno de los parientes debe casarse con la prometida y tener hijos para el difunto. La otra versión se practica cuando un hombre puede despertar a un pariente fallecido, que murió sin haberse casado, y contraer matrimonio en su nombre; los hijos que obtuviera del mismo pertenecerían a la persona difunta.


Semejante al caso de mujeres estériles, es el del hombre que muere dejando sólo hijas; la hija mayor debe tomar entonces el ganado y casarse con mujeres en nombre de su padre. Si el marido resulta ser importante y se casa, deberá pedir a un pariente que tenga relaciones con sus esposas para darle hijos. Todos estos tipos de matrimonio tienen como objetivo mantener la importancia de la línea agnaricia para no desairar a los espíritus. La designación del heredero solía recaer en el primogénito, pero no siempre ocurría esto de forma automática. Entre los jefes, la norma existente es que el sucesor debe ser el hijo mayor de la gran esposa, es decir, la primera mujer con quien el padre se había casado después de convertirse en jefe, y a cuya dote había contribuido todo el pueblo.
El fenómeno de la ukusisa, tan presente en la sociedad zulu, ha favorecido la concentración de la riqueza con la excusa de la solidaridad. Según esta imposición, ningún miembro de una aldea se puede quedar sin beber leche porque no tenga vacas que se la produzca; si esto sucede, la persona que no las tenga acudirá al jefe o quien las posea, para que se las ceda temporalmente con la condición de que cuide y se someta a cumplir alguna contraprestación. De esta forma, se ha llegado a que se encuentren personas que tengan millares de vacas y más de la mitad se las tengan cedidas en régimen de prestación. Una de las funciones principales del ganado es el pago del Lobola o compensación matrimonial que, ordinariamente, es de diez cabezas para el padre de la novia y una para la madre. Si se trata de la hija de una persona importante, la cotización se sube a quince reses y, si es la hija de un jefe, a veinte. El padre es el encargado de oficiar los ritos necesarios y hacer los sacrificios a los antepasados para asegurar la fertilidad de la hija que da en matrimonio.
Aunque los chicos dejaron de hacer los ritos de iniciación, a las chicas, sin embargo, se las prepara con vistas a su misión procreadora. A los siete años se les perfora el lóbulo de las orejas y, a medida que van creciendo, se les van añadiendo atuendos típicos de acuerdo con su edad. Según los años, la muchachas forman grupos, dirigidos por la mayor, que tiene que adoctrinar a las demás sobre su comportamiento matrimonial. Se exige la virginidad para el matrimonio, y la permisivilidad sexual existente sólo se extiende a actos incompletos; si alguna chica queda embarazada, debe abandonar el grupo y someterse a ritos de purificación, si se casa con otro hombre que no fue el responsable de su embarazo, el hijo que haya tenido antes lo considerará como su hermano y así se protará con él para siempre. Esta circunstancia repercutirá en la dote, ya que su padre sólo recibirá nueve vacas y su madre ninguna. Durante la menstruación y el parto las mujeres estan en un período de máxima impureza, por lo que no deben tener ningún contacto con los hombres ni con el ganado, ni tampoco beber leche hasta que no se sometan a los ritos de purificación.

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