miércoles, 27 de marzo de 2013

ÁRBOLES EN ÁFRICA

En África el valor que se confiere a los árboles no es estrictamente material. Estos seres vivos tienen muchas veces significaciones que sobrepasan lo natural para ingresar en el terreno de lo sobrenatural. Así, no es extraño que el emplazamiento de cibas, baobabs sean lugares escogidos para conversar y tomar las decisiones importantes, como alojamiento de personas y seres mágicos.

El Baobab es el más sagrado y venerado de los árboles de África occidental. Su figura se eleva, en línea recta, sobre la llanura de la sabana. La tortuosidad queda reservada a las ramas, mientras que el tronco ofrece un aspecto acerado, que tiene un tacto muy suave.
Suele decirse que el baobab parece un árbol cuya copa haya sido plantada y lo que queda a la vista son las raíces. Ese es el porte que presenta buena parte del año, pues durante la estación seca pierde todas sus hojas.

 Los baobabs suelen alcanzar grandes dimensiones, porque no se talan en ninguna región. Es un árbol sagrado para la mayoría de grupos culturales de la región, que aprovechan, eso sí, los frutos para comer y sus cáscaras para quemarlas y ahumar pescado, las flores como ornamento de ceremonias importantes y para infusiones medicinales, la corteza para hacer cuerdas... En los troncos mayores se esconden todo tipo de animales, e incluso algunos griots los han tomado como viviendas. El baobab sólo se da en las sabanas del sur del Sahel, y se expande por todo el continente hasta Sudáfrica.


La Ceiba también conocida como kapok es un árbol de tronco muy grueso y gran envergadura. En muchas zonas de África occidental preside el lugar escogido para las celebraciones más importantes. La madera de ceiba ha sido muy apreciada para construir piraguas de una sola pieza, por su dureza, flotabilidad y longevidad.



El Karité  es un árbol que solo existe en áfrica. Da un fruto muy parecido a una castaña que puede comerse directamente, pero cuya grasa suele convertirse en una mantequilla de notables propiedades alimentarias, medicinales y cosmésticas.




El Tamarindo  un árbol muy airoso de tronco grueso y elevado, proporciona un fruto que es muy apreciado para cocinar. Su zumo se comercializa en toda África.





El árbol de cola  su madera es muy utilizada en la talla de estatuilla y máscaras. Pero lo más apreciado son las nueces que se encuentran en el interior del fruto, y que pueden ser rojas o amarillas. Al masticarlas provocan efectos euforizantes y alucinógenos.


viernes, 22 de marzo de 2013

LOS KAMBA

En el siglo XVI, grupos de Sabaki se desplazaron a las regiones septentrionales de los montes Taita. Allí se unieron con poblaciones de cultura y lengua Thagicus, resultando de dicha fusión la personalidad de los kamba, que hicieron de aquellas tierras el lugar de su asentamiento definitivo, el Ukambani.
Al principio del siglo XIX, los kamba, por varias causas y por presión de los kikuyu, empezaron a extenderse desde las altas tierras fértiles de Mbooni hasta las menos productivas de Kitui. Estas condiciones menos favorables les obligaron a buscar otros medios de subsistencia, y compaginaron su actividad ganadera con una dedicación más intensa a la caza, a la agricultura y al trueque. En estas circunstancias apareció la práctica conocida como Kuthuua (hacer comida), que potenció el sistema de los intercambios con sus vecinos kikuyu, embu y masai y poco a poco, contactaron con la costa, dedicándose cada vez más a la empresa comercial.


La fiesta de nacimiento de un niño se reviste de gran solemnidad, acompáñándola de ceremonias y de ritos especiales. Al tercer día tiene lugar la primera de ellas, con la imposición del nombre durante la fiesta. Al día siguiente, el padre coloca un anillo de hierro alrededor del cuello del bebé, con lo cual se hace saber a todos que el niño es un ser humano en toda regla , y que no es un objeto que pertenece a los espíritus, como ocurre antes de la imposición del anillo; de hecho, si el niño muriera antes de darle el nombre, la situación cambiaría por completo: a la madre se la consideraría impura y tendría que someterse a un ritual de purificación. Para terminar la fiesta, los padres realizan una ceremonia que representa una realción sexual, simbolizando que el niño ha sido separado totalmente del mundo de los espíritus y de los muertos, y que se ha integrado en el de los humanos.


Entre los cuatro y los siete años comienzan los niños la primera fase de los ritos de iniciación, que suelen tener lugar durante la estación seca, entre los meses de agosto y octubre. Termina esta primera etapa con la circuncisión, practicada por adultos experimentados, y con la excisión del clítoris, ejecutada también por un experto grupo de mujeres. La ceremonia se cierra con un gran convite seguido de una fiesta amenizada con danzas y cantos y complementada con ofrendas a los antepasados. Después de esta ceremonias, niños y niñas siguen en su retiro mientras cicatrizan las heridas, recibiendo las visitas de sus familiares que les llevan diversos regalos.


A una edad no prevista,a unque nunca después de los quince, tiene lugar la segunda fase iniciática, que dura de cuatro a diez días y durante la cual los chicos están alojados en cabañas, lejos de los poblados , y acompañados por maestros y supervisores de ambos sexos que los instruyen sobre el desarrollo de la vida sexual y los vigilan durante la celebración de ciertas pruebas. El primer día se aprenden canciones y se entrenan ante ciertos obstáculos. El segundo se enfrentan a un monstruo, el mbusya, que es una estructura de madera dentro de la cual hay un hombre que emite grandes gritos y ataca al aspirante; éste tiene que luchar contra él y dispararle flechas como si fuera un enemigo. En el tercero, los muchachos van a cazar y las mujeres a cortar leña, como símbolo de lo que harán en su vida adulta; al final de la jornada, los maestros de ceremonias los bendicen, escupiéndoles con cerveza, y luego se les entrega un bastón con el que ejecutarán una danza al anochecer de significado sexual. Durante el quinto día se reúnen alrededor de un árbol sagrado y uno de los maestros distribuye una pequeña cantidad de savia a los candidatos, que hacen intención de comérsela; con esta ceremonia los iniciados podrán comer ya los alimentos que antes les estaban vetados. Después de un descanso en el sexto día, el séptimo se monta una escena en la que se trata de representar una incursión de robo de ganado por parte de los muchachos, mientras que las chicas dan fuertes gritos para ahuyentarlos. Con este acto se termina lo que se llama la Gran Iniciación, y los muchachos vuelven a sus aldeas como miembros integrados plenamente en la sociedad.


A los cuarenta años algunos kamba pasan por otro rito difícil y complicado, compuesto por ceremonias que se realizan mediante pruebas dolorosas y muy selectivas. Los iniciados se comprometen a guardar un silecio absoluto, que apenas si se conocen esas pruebas.

viernes, 15 de marzo de 2013

LOS HIMBA

Viven en Kaokoland, una de las escasas culturas que han sobrevivido a la colonización y que todavía conservan sus tradiciones y su modo de vida. Aunque se desconoce cuándo se establecieron en esta tierra pedregosa y árida, se sabe que sus antepasados fueron pastores nómadas de habla herero, procedentes de la región de los Grandes Lagos, que llegaron al norte de Namibia, mucho antes que los primeros portugueses explorasen el sur de Angola a finales del siglo XVI.
Se cree que estos pastores herero se vieron obligados a desplazarse al interior del Kaokoland por la resistencia de otro pueblo de origen bantú, los ovanbo, que se había establecido en las llanuras del norte de Namibia poco antes.
Las condiciones del entorno eran extremadamente duras, y la mayoría de los herero decidieron emigrar hacia el sureste de Namibia en busca de unas tierras más hospitalarias donde asentarse. Allí se vieron expuestos a la influencia europea, cuya prueba más evidente son los vistosos vestidos y los sombreros de las mujeres herero, que se inspiran en la indumentaria de las colonas alemanas de fines del siglo XX.
Los pastores de habla herero que permanecieron en Kaokoland, se convertirían en los actuales himba. Además de la lengua y de algunas costumbres, herero e himba comparten su pertenencia a clanes relacionados, además de su veneración por el ganado. Hoy unos 7.000 himba viven en Kaokoland.
Los himba se caracterizan por su original estética, con peinados elaborados y llamativos. Sus collares de cuentas, cinturones y brazaletes están hechos de metales y alambres laboriosamente engarzados y cosidos sobre retazos de pieles. Además de ensalzar sus cuerpos altos y robustos, cada detalle del atuendo revela algo de la condición social de su portador.
Hasta que se casan, los varones lucen la cabeza rapada y una única trenza que nace en la parte alta de la cabeza y se desliza hacia atrás. Las niñas, en cambio se peinan con dos trenzas gruesas que caen sobre su rostro. Luego, transformarán su peinado al alcanzar la pubertad. Los nuevos adornos metálicos que adoptan son más pesados e incómodos, y restan agilidad a sus cuerpos. En pocos meses, dejan de corretear y trepar a los árboles con sus hermanos, y asumen las nuevas responsabilidades de mujer; ceden a los varones el pastoreo y el mundo "exterior" que exploraron durante su infancia. Cuando llega la primera menstruación, la adolescente está preparada para adoptar la estética de la mujer adulta, con el pelo largo hasta los hombros y tejido con múltiples trenzas.




Todos los días empiezan con el mismo ritual: las mujeres se atavían con sus collares, brazaletes y cinturones, y se untan la piel con una capa de polvo de ocre rojo, mezclado con hierbas aromáticas y manteca de leche de vaca. Para los himba, el brillo rojizo de la piel simboliza el vínculo con el ganado, uno de los pilares sagrados de sus creencias.
El ocre que cubre su cuerpo retendrá la humedad, permitiéndoles soportar el clima del desierto y temperaturas de hasta 40º.
La primera labor de la jornada es ordeñar los animales. Después, tendrán que recoger leña, buscar agua o recolectar frutos silvestres y raíces. Los más pequeños ayudan en lo que pueden, mientras que los hombres se reservan para la cría de los animales. Son pastores hábiles, la clave de su supervivencia es desplazarse con los rebaños siguiendo las lluvias, aprovechando las charcas superficiales y los pastos que crecen tras las precipitaciones.
La escasez de agua y pastos obliga a los himba a mantener una vida seminómada.



La sociedad himba carece de jerarquías y autoridades; se vinculan entre sí por un sistema de clanes. Cada persona pertenece a dos clanes: el eanda, que se hereda a través de la madre y determina el hogar y una autoridad religiosa que se transmiten de padre a hijo.
El centro de la vida himba lo ocupa el fuego sagrado ;Okuruwo, cuya llama se mantiene viva noche y día, y se traslada de poblado en poblado cuando los himba migran. Cualquier evento importante debe precederse de un ritual alrededor del fuego sagrado.
El okuruwo también determina la organización de los poblados, en cuyo centro se ubica el corral para los terneros, y a su alrededor unas viviendas hechas con ramas entrelazadas y recubiertas con estiércol y arena. La mujer es la encargada de levantar y rehacer estas casas. Con los años, será incapaz de recordar cuántas ha construido, ya que una familia himba habita en centenares de ozondjuwo a lo largo de su vida.



miércoles, 6 de marzo de 2013

EL SUEÑO DE LA INTEGRACIÓN AFRICANA

Ya os hablé del encuentro Antropología y Misión que se celebraba los días 2 y 3 de febrero.
Ahora resumiré lo que sucedió.
El primer ponente, Donato Ndongo-Bidyogo, periodista, escritor ecuatoguineano, ofreció en una brillante intervención el camino recorrido hasta ahora por África y su diáspora hacia la integración. De entrada, explicó que la intención de los forjadores de la OUA fue hacer realidad el concepto teórico del Panafricanismo, movimiento político surgido en Estados Unidos que promueve la dignificación del negro y la unidad de África bajo un único Estado soberano.
Donato resaltó que los sucesivos congresos organizados en torno a esta corriente de pensamiento la acercaron a la élite africana, pero el radicalismo fue un obstáculo determinante para abortar, o al menos dificultar, la consecución de toda formulación unionista en África.

       "Ni siquiera intentos como Senegambia o la Gran Somalia, lógicos por la geografía, la economía o la población, han fructificado", declaró.

La ansiada unidad pareció lograda después de la adopción de la "Carta Africana", en 1.962, y la reunión de los 30 jefes de Estado del África independiente celebrada del 22 al 25 de mayo de 1.963, que vio nacer la OUA. Sin embargo, infinitas reuniones solo testimoniaron la impotencia africana para resolver sus problemas.

"La OUA no cumplió ni uno solo de sus objetivos: no se dignificó al africano; no solucionó ni uno solo de los conflictos que padeció África en esas casi cuatro décadas", dijo.

Pese a lo expuesto, el ponente aseguró que no había lugar para el pesimismo, pues cabía anotar algunos signos positivos, como la creación de la Unión Africana, en 2.002, que a través de la Nueva Alianza para el Desarrollo de África pone el acento en la democracia, el buen gobierno y el desarrollo humano, junto a las infraestructuras y la integración económica. Asimismo, se alegró de la permanencia del ideal panafricanista y la toma de conciencia de las nuevas generaciones.

"África necesita una regeneración, y esta solo será posible si africanos honestos asumen las riendas de sus países", concluyó.

La mesa redonda posterior giró en torno a las luces y sombras en el camino hacia la integración.
El africanista José Luis cortés puso de manifiesto que el hecho de ser africano es integración, pues el continente fue siempre escenario de migraciones de los pueblos que lo habitan. Con todo, admitió que la integración era un sueño difícil de lograr, ya que la OUA nació como organización de estabilidad en un mundo entonces inestable. Fracasó porque quiso afrontar problemas para los que no tenía ningún poder. Subrayó, asimismo, que la integración pasa por la mujer y, sobre todo, la educación, sin la cual no puede haber desarrollo.
En esa misma línea se enmarcó la intervención de la Hna. Elisa, directora de la revista Combonifem, quien cree que la integración será posible solo cuando los países africanos den a la mujer el sitio que merece, pues ellas tienen en sus manos la suerte del continente.

"Donde no hay una mujer no se puede avanzar. Hace 50 años las mujeres fundaron en Sudáfrica la Asociación Panafricana de Mujeres; sin embargo, la OUA siempre fue presidida por hombres".

En su opinión, más que un sueño la integración es el lento camino de un continente que ha tenido una historia marcada por la trata de negros, la colonización y el neocolonialismo.

"Tenemos una pobreza intelectual, cuando nuestro continente es uno de los más ricos. Debemos empezar a no tener miedo a decir lo que pensamos. Nuestro silencio beneficia a los dictadores. Hablar de estas cosas es ya el inicio del camino hacia la integración."

lunes, 4 de marzo de 2013

NGORONGORO-OLDUVAI, TANZANIA

Esta zona de, aproximadamente, 80.944 kilómetros cuadrados, goza de la doble condición de Bien Natural y Cultural, porque a la riqueza de la fauna y a su enorme interés geológico hay que añadir el yacimiento paleontológico de Olduvai, uno de los lugares del mundo que más fósiles ha proporcionado de primates y de homínidos.
El cráter del Ngorongoro es el mayor del planeta y constituye la caldera más grande del mundo en la que no se observa, como en casi todos los demás volcanes, las fallas ocasionadas por los movimientos sísmicos previos y los pliegues, producidos generalmente por los ríos de lava y su disposición después de haberse enfriado. Su diámetro es de unos 17 Km, y encierra una superficie llana interior de algo más de 164 Kilómetros cuadrados; el centro está ocupado por el lago Ntudu.
Otros cráteres más reducidos son los de Olmati y Embakai en dirección nordeste; éste último marca el extremo del parque y también las alturas más cosiderables, llegando a los 3.400m. La caída interior alcanza los 700m. y el circulo formado, que oscila entre 3 y 5 Km.
Otro lago en su interior, de un diámetro de 3.5Km, tiene una profundidad máxima de 60 m.
Los paisajes naturales son variados, aunque en la mayor parte predomina la sabana herbácea con incrustaciones aisladas de acacias. Éstas abundan más en los bosques de Lerai, que contornea el anillo de Ngorongoro casi en su mitad oriental, y Laindi, al suroeste. Este bosque está en las laderas del volcán Oldonyo Lengai, aún en actividad. Cañones, desfiladeros, depresiones, como la de Embulbul al este, y otros accidentes orográficos, mantienen pastos frescos casi todo el año, de forma que aquí apenas si hay ese cambio brusco entre la estación de lluvias y la seca que se da en las tierras más bajas. Por otra parte, el agua está asegurada continuamente por la existencia de numerosos lagos, aunque algunos sean de agua salobre. Gran parte del agua caída en estas montañas va a regar los pastos del Serengetí, al noroeste, y a alimentar sus variadas corrientes de agua.
Estas condiciones permiten a toda la zona mantener la mayor concentración de animales salvajes del planeta en proporción a sus dimensiones. Las especies más abundantes son los ñus y las cebras de Grant, de los que se han contabilizado más de 15.000 y 5.000 ejemplares respectivamente. Hay también cantidades apreciables de búfalos, elefantes, hipopótamos, leones, licaones, hienas y antílopes de casí todas las especies; en menor cantidad se encuentran los leopardos y diversas especies en peligro de extinción, como el rinoceronte negro. En los lagos especialmente flamencos, ibis, grullas coronadas, anátidas, garcillas, halcones pescadores.
Olduvai es una referencia obligada en los estudios de paleontología, desde 1.955 la familia Leakey ha trabajado en estos yacimientos, de más de 100m. de depósitos, y ha conseguido más de noventa restos fósiles, algunos de primera importancia. Las excavaciones han dado restos de homínidos en las capas más profundas, con una antigüedad de 1.800.000 años. Esta edad tiene el Australopithecus aquí encontrado, que pertenece a la especie de robustus; es decir, es más corpulento que el de la especie gracilis, cuenta con enormes molares y premolares, presenta un rostro alto y plano y su altura se situaría en torno a 1.55 m. con un peso de 35 a 65 kg. Por la posición de la columnas y otros huesos se ha colegido que su bipedia no era perfecta; su capacidad craneal alcanzaba 530 centímetros . En Olduvai se extinguió hace un millón de años aproximadamente.
El Homo Habilis que se encontró en este yacimiento en 1.964 tienen una capacidad craneal de 680 cm; sus molares y premolares son más reducidos, pero los incisivos, en cambio, son largos y la maníbula presenta un rodete externo. También se ha hallado el homínido que, hasta ahora, ocupa un peldaño superior, o sea Homo Erectus; con una antigüedad cercana al millón y medio de años, se presenta más desarrollado que el habilis, pero tiene detalles simiescos, como arcos superciliares gruesos y protuberantes y frente baja.
Con una antigüedad de 1.800.000 años, se ha descubierto una industria lítica que es la más antigua del mundo; se la conoce como pebble culture, y consiste en la preparación de ciertos guijarros para cortar o golpear; también se han encontrado huesos acondicionados para los mismos fines, por su antigüedad y características se la conoce como industria olduvayense. Esta cultura se asocia al Homo habilis, lo que indica que éste convivió con el Australopiteco. De un período superior son las hachas o bifaces, cuya perfección más acabada se alcanza con el Homo erectus. Pero lo más importante de los hallazgos de Olduvai es que se han detectado montículos de piedras que pudieron haberse empleado para sostener algunos apoyos; esto puede inducirnos a pensar que se trataba de soportes una rudimentaria cabaña y, entonces, estaríamos ante la primera vivienda hecha por el hombre hace casi dos millones de años. Es otro aspecto más para confirmar el origen africano de la Humanidad.