Los mursi se localizan en Debub Omo, y viven principalmente en las estepas de Jinka y las montañas del Omo Park en la región del Omo Central en Etiopía. Los mursi, poco más de tres mil individuos, se hallan en continuo conflicto con los bodi, los hamer y los bume. Sí bien tienen una relación estable con sus vecinos, los Kuegu, una etnia de agricultores y cazadores. Estos no poseen ganado y los mursi se lo porporciona, a cambio los kuegu les proporcionan miel, carne de caza y también se ocupan del transporte por el río.
La sociedad de los mursí, intransigente con los intrusos y orgullosa de su aislamiento, goza de una relativa armonía interna. Las dísputas y los problemas se debaten en el curso de animadas reuniones mantenidas bajo la sombra de un gran árbol. Cualquiera puede tomar la palabra y exponer sus teorías. La opinión final corresponde a los ancianos, de quienes se aprecia su experiencia y sabiduría.
La exuberancia de los jóvenes se exhibe en los duelos rituales entre coetáneos. El más conocido de estos torneos es el donga: la lucha con bastones. Dos contendientes se enfrentan en un espacio de tierra batida, ambos se arman con un bastón delgado de madera dura de dos metros de largo y tallada en una de las puntas con un símbolo fálico. Unas bandas de algodón suelen protegerles la cabeza y el cuello, mientras que el dorso de las manos, las rodillas y los codos se cubren con casquetes de fibra vegetal. La finalidad del donga es demostrar la propia agilidad y destreza. Las heridas infringidas suelen ser graves pero nunca mortales. El vencedor del duelo, será llevado al borde de la palestra, donde le espera un grupo de muchachas vestidas de fiesta. Una de ellas lo elegirá para marido.
Sus pesados adornos de hierro y el gran plato labial son, a los ojos del hombre, testimonio de elegancia y prestigio.
Para dejar espacio al pesado disco de madera o barro cocido es necesario extraer los incisivos inferiores. El excesivo estiramiento de los tejidos hasta el límite de la rotura provoca problemas en el habla y dificulta las funciones de beber y comer. Antiguamente el plato tenía hasta ocho centímetros de diámetro, actualmente se llega a los veinte, aunque la costumbre se halla en decadencia.
Los mursi son luchadores temibles y audaces: el asesinato se considera un mérito y un honor, aunque siempre fuera del recinto tribal. Vistosas escarificaciones con forma de herradura adornan los miembros de los varones: cada una de ellas simboliza la muerte de un enemigo.
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