Los bume- unos 14.000 individuos- son una etnia de origen nilótico y forman parte del gran grupo karamoyong. LLegaron a su actual territorio, comprendido entre los cursos del Omo y el Kibish, hace poco más de un siglo procedentes del norte de Uganda.
Son pastores de vacas, ovejas y cabras, pero no desdeñan las actividades agrícolas, el sorgo, el mijo y el maiz, cultivados a lo largo de las orillas de los ríos, constituyen la base de su alimentación.
La miel silvestre, y sobre todo, la carne de cocodrilo son recursos ocasionales.
Los bume los capturan atravesándolos con un largo arpón al que va fijado un cabo. La caza, realizada a bordo de piraguas rudimentarias excavadas en un tronco de árbol, no carece de riesgos y requiere ciertas habilidades. La sociedad bume, de sistema generacional, presenta profundas semejanzas con los turkana, pueblo del que ya hablé.
La cultura material revela afinidades: entre las mujeres turkanas y las bume. Ambas llevan en el cuello el babero puberal de forma típica triangualr adornado con abalorios y discos obtenidos de cáscara de huevo de avestruz. Una segunda piel de mayor tamaño baja por los costados hasta cubrir la parte superior de las piernas.
Las cuentas de vidrio, reunidas en collares compactos, son muy apreciados como símbolo de atractivo y elegancia.
Una parte del atuendo masculino son los rodetes de arcilla que, a partir de cierta edad, adornan la cabeza de los bume. El tocado supone una labor larga y paciente; el aplaste de tierra y agua se extiende emardunando el pelo, capa sobre capa, hasta obtener un casquete liso y sin imperfecciones. Mientras la arcilla está húmeda, una placa rectangular de madera o tripa de vaca debidamente perforada se fija en los cabellos de un cabo. Servirá de soporte para las plumas de avestruz que, junto con el pigmento rosa, darán a la obra un toque final. Además de su valor estético, el tocado crea una barrera protectora contra los parásitos de la piel y el pelo, impidiendo su difusión.
Las escarificaciones también tienen una finalidad higiénica. Los bume, como los mursi y otras etnias de la región, suelen celebrar el haber dado muerte a un enemigo o un animal peligroso abriéndos mediante incisión en el torso heridas dispuestas en una línea vertical. La introducción de cenizas y sustancias vegetales bajo la piel retrasa la cicatrización y provoca el crecimiento de llamativaas protuberancias que declaran la valentía de un individuo y su pertenencia tribal. Los cortes efectuados con cuchillas, espinas de acacía y otros instrumentos sin estilizar y la lenta curación permite que se formen antiguerpos y funcione como una especie de vacuna que atenúa el riesgo de futuras infecciones.
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