La feroz naturaleza de un guerrero está simbolizada por la pintura ocre rojo que lleva durante los cuatro días que dura la ceremonia de iniciación llamada eunoto. La eunoto pone fin al periodo en que los masai son guerreros, que empienza tras la circuncisión de los varones al final de la pubertad.
En un lugar sagrado cerca de la frontera entre Kenia y Tanzania, las madres de los guerreros construyen la manyatta, un círculo de chozas hechas con excremento de vacas y ramas. Más de cien hombres de tres grupos masai caminaran durante días para llegar al lugar. Cuando regresen a casa se enfrentarán a las responsabilidades del matrimonio, criar hijos y de adquirir ganado.
Siguiendo la tradición, las mujeres cortan la piel de un toro negro en una espiral que determinará el tamaño de la osingira, la construcción más importante del ritual. Las madres contruyen la osingira dentro de la manyatta. A los guerreros que se han abstenido de mantener relaciones sexuales con mujeres casadas se les permite entrar en el edificio sagrado. En su interior les bendecirán adultos de más edad que invocarán a Enkai, la deidad masai, para que los proteja.
El segundo día parten hacia un depósito sagrado de creta, donde se pintan el cuerpo con dibujos que narran sus hazañas, como matar un león o a un enemigo.
Las muchachas masais llevan adornos que se balancean mientras baila. Antes de la eunoto, los guerreros pueden tener relaciones sexuales con chicas prepúberes y no circuncisas. Tras la iniciación, las relaciones deben cesar. De adulto, el hombre se debe casar con una mujer madura, circuncisa en la pubertad, y puede tomar más de una esposa.
Los masai son un pueblo seminómada cuyo territorio se halla a caballo de la frontera entre Kenia y Tanzania. El futuro de las grandes ceremonias es dudoso, pues muchos masai envian a sus hijos al colegio.
Haciendo sonar los cuernos y provistos de escudos de piel de búfalo cafre, los guerreros dan una vuelta ritual a la osingira acompañados por guerreros jóvenes, novias y madres.
Mientras los iniciados dan la vuelta cada vez más deprisa, la importancia y la emoción de la ocasión conduce a veces a una histria contagiosa llamada emboshona. Las madres a veces tienen que ayudar a guerreros en trance.
El final del período en que se es guerrero está simbolizado por el afeitado del cabello es el momento más intenso de la ceremonia. Con un básalmo de leche y agua, cada madre raspa y elimina las largas trenzas de su hijo al amanecer del último día de la eunoto.
Los hombres recién afeitados emprenden una danza enérgica al son de una canción llamada empatia, demostrando que, aunque han perdido su cabello de guerreros, no han perdido su vigor. En el punto más alto de cada salto, los hombres sacuden los hombros acompañados por el cántico rítmico de sus compañeros de iniciación.
El último día, los nuevos adultos y algunos guerreros jóvenes se reúnen para recibir las bendiciones finales. Los adultos de más edad caminan entre los iniciados y los rocian con una mezcla de cerveza con sabor a miel y leche que llevan en la boca para otorgarles salud y prosperidad.
Su consejo:
"Ahora que eres un adulto, arroja tus armas y en su lugar empela la cabeza y la sabiduria"