martes, 18 de septiembre de 2012

LOS KARIMOYÓN

Viven al noroeste de Uganda, limitando con Sudán y Kenia. Forman parte del grupo Nilo-camita. Karamoya, es la tierra que los cobija, una región de plantas espinosas, semiáridas y donde escasea la lluvia. Su estilo de vida es la de un pueblo dedicado exclusivamente a la ganadería y al pastoreo.
Son altos y robustos. Esta constitución física se debe en gran parte al clima sano y al vida seminómada de pastores, además del complemento básico en su alimentación: la carne. Son abiertos, sinceros y cordiales.
El poblado es casi circular y está rodeado por empalizadas hechas con ramas espinosas de unos dos metros de altura.
Las viviendas son de reducido tamaño y circulares. Las mujeres son las encargadas de construirlas con palos, espinos, paja y barro. Tienen unos dos metros de diámetro y sus techos son de forma cónica. las cabañas son tan bajas que apenas se puede estar de pie en el centro. el suelo es de tierra muy prensada.



Los jóvenes, después de la pubertad, se dejan crecer el pelo para recogerlo en una especie de moño sujeto con tiras de cortezas. Cuando el cabello está muy largo, el moño adquiere una forma alargada. Dejan con mucho cuidado pequeños agujeros en su peinado para colocar en ellos las plumas de avestruz, que llevan en las ceremonias.


Las mujeres se peinan con diminutas trenzas y se cubren de collares, numerosos pendientes, argollas y gargantillas.
La vida social y económica giran en torno al ganado. Cuidar las vacas es su trabajo y su actividad cotidiana. El nombre de las personas, la iniciación a la vida adulta y a la vejez, el matrimonio y toda clase de ritos van ligados o tienen alguna relación con sus animales. Las vacas ocupan una categoría intermedia entre el ser humano y los demás animales.
Los karimoyón nacen pastores, una tarea que llevan en la sangre desde niños. Cuando son adultos, pasan largas jornadas pastoreando los rebaños. La agricultura está casi enteramente en manos de las mujeres. Se cultiva algo de maíz y sorgo, pero la escasez de lluvia y la falta de medios agrícolas no permiten obtener los frutos deseados.
El ganado, principalmente, el vacuno, es la vida de este pueblo, de él no sólo extrae los recursos de su subsistencia, sino que forma parte de su esquema cultural. Esta relación estrecha entre ganado y hombre llega a su punto culminante en los lazos íntimos que éste puede establecer con su buey preferido, al que le da su mismo nombre, le adorna con un collar de cuero del que cuelga el mejor cencerro.
A pesar de la pobreza de pastos, los Karimoyón han sido unos maestros en mantener el equilibrio ecológico de su tierra y han podido subsistir en medio de unas condiciones adversas. Han sabido evitar la concentración de personas y animales por mucho tiempo en un mismo lugar, y han practicado una rotación de pastos; así, los ganados pastan sólo durante los meses lluviosos cerca de los poblados y, durante la estación seca, se dirigen a las mesetas orientales donde encuentran agua e hierba. En plena estación seca no se vuelve a los poblados, en éstos sólo se quedan las mujeres y los niños, mientras que los hombres se alejan con sus vacas y viven en campamentos itinerantes improvisados.


La sociedad se articula en cuatro clases de edad, y se organizan, al principio, como bandas de guerreros en los deferentes poblados; se entra a los 18 años después de recibir la iniciación. Para llegar a ser un guerrero completo, se le someterá a una serie de pruebas entre las que destacan matar a un buey de un golpe de lanza, comer su lengua y cocer su estómago. Sus hazañas bélicas quedarán grabadas en su cuerpo de forma visible: una cicatriz en el hombro izquierdo por haber matado a un hombre o en el derecho si la víctima ha sido una mujer.
Los ritos de iniciación, únicamente masculinos, reciben el nombre de Asapan, y constituyen la fiesta más importante de los diferentes grupos. Están presididos por los ancianos más importantes, que se colocan en un lugar indicado, formando un semicírculo y mirando hacia el norte, o hacia el monte Apule, de donde salieron sus antepasados para ocupar las regiones actuales; los neófitos se sientan en frente de la misma forma. Cada uno de estos deberá llevar un buey para el sacrificio. Comienza la ceremonia levantándose uno de los ancianos y narra las hazañas de los antepasados y canta su valentía, al tiempo que inculca a los aspirantes la importancia de la ceremonia y el compromiso que van a contraer.
A continuación, los candidatos deben matar al buey con un golpe de lanza que le llegue hasta el corazón, y luego unos expertos trocean su carne, que se repartirá según el rango de los presentes.
Seguidamente el Emuron , uno de los adivinos, examina el estómago y las vísceras para interpretar el futuro. Sí presagia "buena fortuna", se continúa adelante con la ceremonia, y si no es así, se matará un cabrito o los que sean necesarios hasta que el adivino encuentre una predicción favorable. Superado este trámite, cada neófito se acerca a su buey y bebe sangre fresca mezclada con leche; luego toma el estómago del buey y se acerca a los ancianos, que untan todo el cuerpo con el quimo que hay en él, mientras que le felicitan. Desde ese momento, ya están iniciados y son miembros adultos de la sociedad. Después se preparan las hogueras y se asa la carne, participando en el banquete todos los que han asistido a la ceremonia; terminada la comida se vuelve a recordar las proezas de los antepasados. Seguidamente tienen lugar las danzas.


Los grupos de edad formados a partir de la iniciación están, a su vez, divididos en dos generaciones distanciadas por un período cercano a los treinta años. La primera parte está integrada por los jóvenes, que tienen como misión la defensa del grupo, y en la segunda están los mayores, encargados de las tareas administrativas. Cada treinta años tiene lugar la "Ceremonia de la Sucesión" en el monte Apule, durante la cual los ancianos que queden ceden sus responsabilidades de gobierno a los jóvenes con una antigüedad de iniciación entre cinco y treinta años. Como ocurre en cada ritual karimoyón el centro de la celebración lo constituye el sacrificio del buey y el banquete posterior.
La creencia religiosa descansa en la aceptación de un Dios Supremo, Akuj, que significa "el de arriba" y que controla a los espíritus. El culto esencial es el sacrificio de ganado. Los sacrificios públicos suelen tener lugar debajo de un árbol, cuyo tronco es rociado con la sangre del animal, por una doble explicación:
1ª se piensa que Akuj baja del cielo a los árboles a escuchar a los hombres.
2ª porque a su sombra se sentaron las diferentes generaciones de ancianos que ya pasaron a la otra vida y se hallan todos juntos en "el gran poblado".
Los enterramientos se suelen realizar en el corral después de haber amortajado al difunto con una piel de vaca.
Se práctica de manera generalizada la extirpación de los incisivos inferiores para permitir el paso de los alimentos en caso de contraer el tétanos.
Una creencia muy extendida entre los karimoyón es que los halcones son pájaros de mal agüero que se convierten en portadores de la sequía y son causantes de muchas desgracias comunitarias.

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