miércoles, 19 de septiembre de 2012

ESTATUARIA AFRICANA I

El arte africano despertó un gran interés en los movimientos vanguardistas occidentales de las primeras décadas de este siglo. Con anterioridad, y a la vista de ciertas técnicas empleadas, se le había tildado de "primitivo" y se habló de un "arte inferior", entendiendo las manifestaciones escultóricas del Africa negra como expresiones inacabadas e imperfectas.
Hay que recordar que estamos ante un arte funcional y social, unido íntimamente a la naturaleza y con manifestaciones estéticas que van más allá de los cánones occidentales.
Una prueba de ello es el arte Makonde. Una tradición de este pueblo, originario de la región de Rovuma, al norte de Mozambique, explica que hace mucho tiempo vivía una criatura semejante a un hombre que erraba sola por la tierra y se aburría. Un día cogió un trozo de madera y se puso a esculpirla. Cansado, se durmió. Por la mañana vio con gran sorpresa que la estatua vivía y se había convertido en mujer.
El arte makonde, tallado en madera de ébano, pretende mostrar la vida nacida del árbol.




El marfil, propio de países centroafricanos, es una prueba más de la sutileza artistica y el preciosismo escultórico, de la misma manera que lo son las manifestaciones en bronce (figura de un "oba", rey de Benín), terracota (bustos dinkas de Sudán) o madera.



"El que yo sea tumba o tesoro, el que me calle o que hable depende de quien pasa frente a mí".    (Fragmento de un poema makonde)

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