viernes, 21 de septiembre de 2012

LAS MÁSCARAS AFRICANAS

El uso de las máscaras está extendido por las más diversas regiones del mundo desde los tiempos más remotos. Las máscaras son conocidas en algunos países de Asia, como China, Japón, India y Tibet; en algunas islas de Oceanía; entre los indios de América. En Europa, se encuentran escenas de caza con danzantes enmascarados en las cuevas del hombre paleolítico, unos 30.000 años antes de Cristo.


En cuanto a África se refiere, el uso de máscaras se extiende, actualmente, a lo largo de una amplia franja paralela a la costa occidental, sobre todo, desde Guinea Bissau hasta el antiguo reino del Congo y desde allí hasta la región de los Makonde, entre Tanzania y Mozambique.
Los modernos estudios etnográficos y etnológicos han arrojado alguna luz sobre el origen de la máscara, pero todavía no se ha escrito la última palabra. Su origen se pierde en los umbrales de la Historia como lo testimonian las representaciones de figuras enmascaradas en las pinturas rupestres de los bosquimanos y de los pobladores de las regiones de Tassili, en Argelia y de Ennedi, en Chad, antes de la desertificación del Sahara.




Un mito de los Dogón de Malí nos lo explica así: Antiguamente los hombres eran inmortales. En su vejez se convertían en serpientes y dejaban de hablar la lengua de los hombres para comunicarse con un lenguaje secreto. Pero un día unos jóvenes se construyeron unas máscaras y las usaron sin advertir a un anciano que se había transformado en serpiente. El anciano se irritó con ellos y los reprendió en lengua humana.
Al expresarse con un lenguaje humano, el anciano rompió el tabú. Por esta razón se convirtió en "impuro" y murió inmediatamente. Entonces los jóvenes comprendieron que la fuerza de la muerte les amenazaba a ellos también. Para escapar de sus garras construyeron una máscara que representaba al viejo-serpiente. Esta máscara, pensaron, serviría de morada para la indestructible fuerza vital del muerto. la misma máscara absorbería la fuerza, también indestructible, de la muerte.


Para que este misterioso objeto no dañase a los mortales tuvo que ser custodiado con especiales cuidados. Sólo los iniciados de una asociación secreta podrían acercarse a la máscara y custodiarla. De hecho, cuando no se usa la máscara, se conserva en un lugar sagrado fuera de las miradas de los no iniciados.

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