lunes, 5 de noviembre de 2012

LOS YAKO

Viven en la zonas orientales del curso medio del río Cross, en Nigería; a pesar de su reducida representación demográfica, unos cincuenta mil habitantes, tiene una gran importacia etnológica. No se conoce con exactitud cuando llegaron a su hábitat actual, pero sí se tiene constancia de que, una vez instalados, han mantenido un asentamiento muy estable con pocas relaciones con sus vecinos.

La actividad fundamental ha sido la agricultura de subsistencia, aunque la caza debió tener alguna importancia, tampoco practican la pesca, ni el comercio con otros pueblos aprovechando las facilidades del tráfico fluvial y la existencia de importantes mercados en la costa. El ñame constituye la base alimentaria. Los cultivos se hacen de forma extensiva y por rotación, dejando en barbecho por unos años las parcelas para que se recuperen. Las casas son de planta rectangular, con armadura de par y nudillo y puerta abierta en uno de los lados largos del rectángulo; en las casas de las mujeres hay doble puerta corrediza, mientras que en la de los hombres sólo hay una fija. En ambas hay un pórtico que recorre todo el muro de la puerta y que en la casa de los hombres se prolonga hasta uno de los lados menores; la de la mujer cambia ese pórtico por un cobertizo que una sola vertiente.  Estas viviendas se disponen en patios también rectangulares , akamsunga, cerrándose con vallado los huecos que dejen libres las casas.

El grupo familiar, sea nuclear o polígamo, constituye la célula elemental de la que se nutren los linajes y es el grupo productivo en el que se da una división racional del trabajo. En las familias polígamas cada mujer tiene su casa propia, conserva el mismo rango que las demás y se dedica al cuidado de sus hijos, al trabajo de sus parcelas y a preparar la comida por turno al marido.


El marido tiene sus campos propios y dirije las tareas agrícolas de todo el grupo; también es él quien trabaja los frutales y las palmeras, aunque las mujeres le ayuden en la obtención del aceite.

Lejima es el nombre dado al matriclán. Cada lejima está asociado a un yose, que es un espíritu relacionado con la fertilidad y tiene un altar en el que se identifica mediante los objetos de culto empleados: figuras, calaveras, vasijas, anillos de latón... Sus sacerdotes reciben el nombre de ina y están revestidos de la máxima autoridad política y ritual de la aldea; son elegidos en ciertos matriclanes a propuesta de los ancianos y ratificados por el grupo de sacerdotes del yose. El Obot Lopon o "dirigente de la aldea", ostenta la máxima autoridad ritual y religiosa de la aldea; su elección se hace dentro de un único grupo de parientes matrilineales.  La corporación de sacerdotes de los lejima se llama Yabot.
El yabot actúa como un tribunal de última instancia que impone penas sobrenaturales, como es el retirar a un individuo la protección del yose que le corresponde. Un Consejo laico formado por un número de ancianos que oscila entre seis y doce procedentes de diversos linajes, es el Yajima Notam; su elección es informal y, entre sus competencias más destacadas, está la de proponer un candidato como sucesor de un sacerdote difunto. Estos carecen de funciones ejecutivas, ni participa en actos rituales, ni interviene en ninguna ceremonia, pero ejerce una gran influencia entre los particulares y su opinión es tenida en cuenta cuando el yabot debe tomar alguna decisión.
Dos personas, antes de casarse, establecen una relación denominada Yakpan, basada simplemente en la amistad, sin que exista ningún tipo de compromiso. El noviazgo dura de uno a dos años antes del primer matrimonio, y durante este período el pretendiente deberá rendir algunos servicios y hacer regalos a su novia y a los padres de ésta. Durante este período, los novios se ven muy poco.
El acto central es la entrega del libeman o dinero matrimonial procedente del padre y tíos maternos del novio, que es entregado a los compañeros de edad del novio y éstos lo harán llegar al padre de la novia. Esta entrega se hace una vez que la futura esposa vuelve después de una ausencia durante la cual se le practica la amputación del clítoris. Efectuado este pago, el matrimonio ya es legal, la esposa debe reservar a su marido las prestaciones sexuales y éste se fconvierte en el padre legal de toda la descendencia. Durante el primer embarazo, la mujer es acompañada al altar matriclán y allí tendrá lugar la ceremonia ritual de su protección por parte del espíritu de la fertilidad. Una vez que el niño ha nacido se suspenderán las relaciones sexuales durante dos años, y los hombres que tienen posibilidades adquirirán pronto una segunda esposa.

La muerte del marido no obliga a la mujer al levirato, ni la muerte de ésta a ser reemplazada por otra. La viuda puede correr varias suertes que dependen de su voluntad. Si es joven, suele volver a casa de sus padres y volverse a casar cuando sus parientes decidan; si tiene un hijo lactante, se puede quedar en el caserío de su esposo difunto y recibir ayuda de sus parientes. En caso de que la viuda sea mayor, se queda en su casa y pasará a formar parte del grupo doméstico de alguno de sus hijos.

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