viernes, 17 de marzo de 2017

LOS BAULE



Los Baule habitan la región central de Costa de Marfil. Sin embargo, varios indicios, entre los que destaca el hecho de que hablan una lengua akan, sugieren que son originarios más lejano. El problema de la identidad del pueblo Baule es muy complejo y en torno a esta cuestión aparecen hipótesis no siempre compatibles, entre las que destacan tres: 

  1. Defiende la antigüedad de los Baule como grupo étnico y su parentesco con los proto-Guro y los pueblos de la laguna. Este postulado reivindica el carácter autóctono de la tribu y su presencia en la zona que ocupa desde tiempos inmemoriales.. No obstante, en un momento dado, probablemente hacia el siglo XVIII, los Baule se mezclaron con ciertos pueblos akan nómadas que llegaron hasta la región. Los mecanismos y la naturaleza del contacto se desconocen, pero su consecuencia fue la asimilación, por parte de los Baule, del lenguaje y ciertas instituciones culturales típicamente akan.
  2. Carácter foráneo del pueblo Baule, que según esta interpretación, vivió en las tierras del sur de Ghana hasta hace doscientos años, cuando, por razones no aclaradas, emigró hacia el oeste y se asentó en su presente territorio de Costa de Marfil.
  3. Se refiere a la llegada a esta zona de una rama del pueblo Ashanti, que se impuso, posiblemente a la fuerza de las armas, al sustrato indígena de la región. El resultado de esta fusión de elementos autóctonos y foráneos es lo que hoy se conoce como pueblo Baule, cuya naturaleza mixta refleja un fenómeno relativamente frecuente en el mundo antiguo y primitivo: la emigración masiva de un grupo humano acosado por presiones internas y su establecimiento en un nuevo territorio, apropiado de forma violenta, donde se erige en aristocracia en razón de su superioridad militar y cultura. pero la leyenda ha tratado siempre de diluir la gravedad de los acontecimientos y, en este caso, se sirve de la figura de la princesa ashanti Aura Poku o Abla Pokou, obligada, según la tradición, a abandonar su patria debido a una pugna por el trono. Acompañada por numerosos séquito en su destierro, creó su nueva capital a orillas del Bandama, tras un largo éxodo saldado con un precio muy alto: el sacrificio del hijo pequeño de Aura Poku para aplacar a los violentos espíritus del río Comoe, que amenazaban el paso de la expedición Ashanti. Finalmente la princesa exiliada fundó un nuevo reino, hacia 1730, en la región comprendida entre los ríos Nzi y Bandama. Los invasores asumieron el gobierno y, aunque no tuvieron reparos a la hora de mezclarse con las tribus indígenas, parece que ciertos grupos nativos, entre ellos los Guro, optaron por la vía de la emigración para liberarse de las nuevas políticas. En cualquier caso, el grupo dominante Baule se ha jactado siempre de su parentesco con los Ashanti, y a él se debe, indudablemente, el sello akan que ostentan muchos de los aspectos de la vida cultural.


Entre ellos, destaca un sistema religioso bastante desarrollado, con un panteón divino relativamente numeroso. En este sentido, los Baule veneran a Alurua como un Dios Creador, relacionan a Nyamye con el Cielo, identifican a Assye con la Tierra y la maternidad y atribuyen a Gu, dios del viento, la tarea de la organización del mundo. Esta mitología presupone una forma de pensamiento y una civilización más compleja que la mayoría de las existente en esta región y constituye una manifestación más de esa dualidad esencial que está en la base del mundo baule.


La producción artística del pueblo baule se caracteriza por una diversidad de estilos, formas y calidades que trasciende la simple dicotomía substrato indígena/ aportaciones exógenas a la que muchos autores parecen haberla reducido. Sin embargo, esa dualidad existente se refleja en la distinción entre un arte de talla de madera, procedente de la más pura tradición local e inspirado en modelos guro y senufo principalmente, y una práctica de la metalistería sobre todo en oro, que, extraña a esta región, posee una típica impronta akan. Pero el refinamiento de una cultura cortesana, como era la de los grupos invasores, pronto se hizo notar también en la obra de madera, que, aunque nada debía en sus formas y conceptos al arte del sur de Ghana, sí se impregnó, al menos en algunas de sus manifestaciones, de una sofisticación, delicadeza y exquisitez tan atractivas como paradójicas, que han tendido a considerarse como el signo más característico del arte baule.




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