miércoles, 12 de junio de 2013

ARTE DEL ANTIGUO REINO DE IFÉ Y BENÍN

Los objetos procedentes de Ifé y Benín que conocemos hoy son de barro cocido, piedra o metal. Datan del siglo XV y a finales XIX. Para los yorubas, la ciudad de Ifé, cuyo nombre exacto es Ile-Ifé, tierra país de Ifé, es una ciudad sagrada.
Las dataciones por el método del carbono 14 y mediante termoluminiscencia han permitido establecer que la ciudad ya existía en el siglo IX d. C. y que el desarrollo de las artes de Ifé se habría escalonado aproximadamente entre los siglos XI y XV.
Las obras de Ifé consta esencialmente de piezas de barro cocido. También incluye unas cuantas esculturas de metal, una treintena de las cuales representan cabezas humanas, y unas cuantas más, también escasas, de piedra.
Los artistas de Ifé se consagraron principalmente a la representación de cabezas de personajes reales o nobles, de sirvientes o de esclavos, y de animales. Cabe destacar que algunas cabezas humanas pertenecen inicialmente a estatuas de cuerpo entero de las que sólo se conservan los pies.

El descubrimiento del arte Ifé se debe a un antropólogo alemán, Leo Frobenius, que en 1.910 interroga a los habitantes de la ciudad sobre sus tradiciones y religión, y recoge algunas cabezas antiguas que lleva a Alemania.
Estas cabezas representan a hombres y mujeres, sobre todo reyes y reinas. Las cabezas de cobre y latón parece que tan sólo representan a personajes reales. El tratamiento de estas cabezas y rostros, de tendencia naturalista, permite adelantar que se trata de retratos, transcripciones en absoluto miméticas de la realidad.

En algunos casos, el tocado está trabajado con una gran atención al detalle, como en el caso de una cabeza de reina cuya corona consta de cinco pisos adornados con perlas. El diseño de las cabelleras o de los gorros responde a un tratamiento a menudo esquemático. Los retratos de Ifé evidencian, en la mayor parte de los casos una gran destreza en lo que se refiere a la representación de la carte del rostro humano: forma de las mejillas, tensión de los maxilares, aparición de los globos oculares dentro de las órbitas, marcaje de las orejas, borde de las orejas... Todos estos trazos parecen tomados del natural. Las formas de la nariz y las de los labios, las proporciones de los rostros, la disposición de los diferentes músculos y órganos internos, son cambiantes, de modo que todas las cabezas son diferentes, pero no por los adornos, sino por la fisonomías.

Pero este realismo individualizado hallado en el modelado de los rostros parece borrarse cuando nos fijamos en el contorno de la cara. Lo mismo sucede con los retratos de figura completa y los bustos de dos oni con sus atributos reales: circunscribiendo un rostro personalizado, los tocados y peinados están dispuestos y esculpidos del mismo modo en ambos casos.

Los retratos de Ifé pueden haber tenido un papel importante. Entre los ejemplares de metal, los hay que tienen agujeros, en general a lo largo de la línea de implantación del pelo, así como alrededor de los labios y en la base del cuello. Parece que los agujeros situados en la base del pelo había servido para fijar coronas de verdad, semejantes a las que encontramos representadas en las cabezas de alfarería. Dentro de las perforaciones alrededor de los labios y a lo largo del maxilar inferior se han encontrado, por lo menos en dos de las cabezas, perlas de vidrio negras; es posible que en ese lugar del rostro se fijase un velo de perlas destinado a ocultar la boca. Debe recordarse que el oni de Ifé se presentaba en público con la cara cubierta por un velo de perlas que colgaba de la corona para que su rostro no fuera visible. Los orificios de la base del cuello habrían servido para fijar las cabezas a un objeto.
Los reinos de Ifé y Benín comparten una misma tradición en lo que a la fundación del reino de Benín respecta. Según la leyenda, hacia el siglo XIII los edo derrocaron a su rey, de la disnatía de los Ogiso, y recurrieron al oni de Ifé, para que enviase a gobernarles a uno de sus hijos. Oranyan, hijo del dios fundador de Ifé, Oduduwa, después de haber restaurado la paz. tomó por mujer a la hija de uno de los jefes edo locales; de esa unión nació un hijo que fue el primer rey de estirpe yoruba de Benín, el oba Eweka I, de quien descendieron todos los soberanos posteriores.
Los oba mantuvieron durante mucho tiempo vínculos rituales y simbólicos con Ifé. La costumbre exigía que la entronización de un nuevo oba no tuviese lugar sin el aval del oni. Si la entronización del rey de Benín dependió durante mucho tiempo del asentimiento del oni de Ifé, su inhumación también tenía particularmente lugar en la capital yoruba. La costumbre exigía que la cabeza del oba difunto fuese llevada a Ifé a fin de inhumarla en un lugar, denominado Orun Oba Ado, de donde se creía que había partido Oranyan camino de Benín. A cambio, el oni devolvía a Benín una cabeza de metal.

La riqueza del reino de Benín se debía en parte a su emplazamiento geográfico, en una región húmeda y boscosa, encrucijada de vías navegables entre el Atlántico y el Chad, por donde discurren el Níger y el Benué, afluentes suyo. En su territorio se cambiaban: sal marina, pescado ahumado, telas, cuero, perlas de coral y cristal, utensilios de latón y de hierro, productos derivados de la palmera y esclavos. Los portugueses traían a este reino cobre, telas, armas de fuego y exportaban especias, marfil y esclavos.
El origen de algunos objetos utilizados hoy en día en las ceremonias reales se remontaría al período de los Ogiso, como el escabel de cuatro patas denominado agba; la espada ceremonial de hierro, ada y las cabezas conmemorativas de los antepasados, uhunmwun-elao, hechas de madera o de barro cocido.
Los artesanos del reino estaban organizados en corporaciones cuyas obras tenían como destino a la familia real y los miembros de la corte. El oba tenía preferencia sobre los objetos de latón. Las obras que nos han dejado ofrecen gran diversidad: cabezas y defensas conmemorativas, estatuillas, figuras de animal, decoraciones de palacios y piezas arquitectónicas, objetos rituales como los bastones de sonaja, piezas de vestir y adornos, instrumentos de música y adivinación, vajilla, mobiliario...


Las cabezas de latón fundidas por los artesanos edo continuaban las tradiciones de los escultores Ifé. Las efigies de soberanos no responden a ningún realismo morfológico o fisionómico, sino a una voluntad de expresar, mediante la exactitud de la descripción de los tocados, de los adornos, del vestido, de los emblemas y las insignias, la organización fuertemente codificada y jerarquizada del reino y su poder. Se trata esencialmente de un arte con vocación política; los artesanos edo centraron su interés en los atributos más que en la expresión.
Las cabezas de metal representan a los oba, a sus madres y a quienes se supone que eran caudillos extranjeros muertos en el transcurso de las numerosas guerras hechas por los reyes de Benín. Las cabezas de los oba llevan alrededor del cuello un collar ceñido compuesto de diversas ristras de perlas de coral y, encima del cráneo, una especie de gorro del mismo material, por cuyos lados sobre salen sendos alerones. estos alerones representarían las barbas de los loches, símbolo del poder del dios Olokun sobre el mundo de las aguas.

También las madres del rey lucen una cofia de perlas de coral, en este caso de forma puntiaguda, denominada "pico de pollo". Este tocado todavía es empleado por las mujeres edo de rango más elevado. Las cabezas de Benín presentan variantes según la época: en las más antiguas el collar deja el mentón libre; en las más recientes lo aprisiona hasta la boca.



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