lunes, 14 de diciembre de 2015

MÁSCARA BIFWEBE





La máscara bifwebe o kifwebe es utilizada por los songey, un pueblo que se localiza en la región de Shaba, República Democrática de Congo. La economía de este pueblo se ha basado en la agricultura de subsistencia y la caza. También mantienen un activo comercio con sus vecinos a base de la alfarería y trabajos de metal. Se divide en 35 subgrupos. El jefe superior (yakitenge) y sus consejeros ostenta el poder central, sobre todo en territorio songey.
La máscara bifwebe encarna las fuerzas sobrenaturales y se caracteriza no solo por el género, forma y tamaño sino también por la coloración de la superficie y por los diseños. Las máscaras femeninas aparecen principalmente en las danzas celebradas durante la noche. Tienen una superficie acanalada pintada con caolín blanco, con algún toque negro ( párpados, nariz, línea sagital, barbilla) y rojo ( boca y ojos). En las de los hombres predomina el color rojo con reflejos en blanco y negro.
El color blanco esta asociado con la pureza y los espíritus, el rojo con la sangre y el poder vital y el negro está relacionado con el secreto y la brujería.
Los animales también tienen su representación en las máscaras. Así, las rayas se identificaban con el antílope, la cebra o el okapi. La barbilla con el cocodrilo, los ojos con el camaleón y el mono, la cresta con el gallo, las plumas del cuerno con el buho y la boca con el oso hormiguero. Los numerosos círculos concéntricos y las estrías en la cara se refieren también al rostro de los antepasados.
En un principio, las máscaras representaban solo a los animales del bosque y a sus espíritus, pero cuando los songey se instalaron en aldeas más estables, comenzaron a referirse también a los antepasados. Por eso las máscaras representan seres sobrenaturales que visitan a sus descendientes desde el más allá.






FUNCIONES

Estas máscaras se utilizan en numerosas ocasiones, destacando:
- En los procesos de iniciación.
- Para celebrar la luna nueva, la siembra de cultivos, la primera cosecha.
- Para honrar a los fallecidos.
- Durante la reunión de las diferentes sociedades.
- Curaciones.

jueves, 19 de noviembre de 2015

MÁSCARA BAYAKA






En el continente africano la máscara es la imagen de un antepasado y puede estar consagrada al culto. La pueden usar en las guerras, los funerales o para impartir justicia.
En África, las mascaras no se limitan a cubrir la cara, sino que son inseparables de un vestido de tela, de hoja de palma o rafia, y aveces se complementan con bastones, sonajeros o zancos. 

¿Cómo se fabrican?

Los creadores son los artesanos o los herreros del poblado. En la cosmogonía africana, el primer hombre que creó Dios fue al herrero, y por eso tiene el don de crearlas.
El trabajo del artesano es hereditario, pasa de padres a hijos. El árbol, al ser una materia viva, es portador de energía vital. La máscara recibe ese poder mágico del tronco del árbol cuyas raíces se han alimentado de la tierra y sus hojas han tomado el agua que proviene del cielo. Antes de ponerse a trabajar, para apaciguar el espíritu del árbol abatido, en ocasiones se recurre a un adivino para practicar las ceremonias necesarias. Con frecuencia, después de cortar el árbol, lo deja por algún tiempo en la tierra hasta que el espíritu encuentre una nueva morada.
Las máscaras no toman el carácter sagrado hasta la primera aparición en público, rodeadas de todo un ritual. Cuando un hombre se pone una máscara, su identidad permanece escondida y la expresión de la máscara le da una nueva identidad. Cuando el bailarín enmascarado actúa en un ritual religioso, la máscara lo introduce en una nueva dimensión. El danzante adapta sus movimientos al carácter que personifica y poco a poco se va transformando e identificando con su máscara, la cual a su vez, va cobrando vida en él.

La máscara Bayaka, pertenece a la República Democrática de congo. La etnia que la utiliza se asienta en la sabana, entre los ríos Kwango y Kwiliy, y habla el kingombo, una lengua bantú.
Es una máscara tipo yelmo. La cubierta de la cabeza se elabora con fibras vegetales, a la vez que se reviste y pinta con resinas y pigmentos naturales. La decoración en la parte superior constituye un signo de alto rango. El color blanco en el rostro, llena de espiritualidad, simboliza la muerte y el nuevo nacimiento de los jóvenes.
Se utilizan en la fiesta de clausura de la escuela de iniciación Nkanda. Los recién iniciados, llamados tudansi, ejecutan diversas danzas después de haber superado las pruebas como miembros que son de la comunidad. Tras las ceremonias, las máscaras son exhibidas en el poblado, frente a las casas de los bailarines o de los artesanos que las hacen, donde son criticadas, juzgadas y sometidas a tasación en el ámbito de un concurso. El artesano que haya ejecutado la mejor obra, según la opinión del público, recibe el título honorífico de Kimvunbu.

jueves, 5 de noviembre de 2015

LA YEBENÁ Y LA CEREMONIA DEL CAFÉ





ORIGEN DEL CAFÉ

Cuenta la leyenda que el café se descubrió hacia el año 600 en Etiopía por un pastor de cabras. Un día cuando cuidaba el rebaño notó que estos animales se comportaban de una manera extraña. Las cabras estaban muy nerviosas, un estado de agitación que se prolongó todo el día y toda la noche. Vio al día siguiente que este comportamiento se repetía después de que los animales mordisquearan una especie de granos que encontraban a su paso. El pastor decidió probarlas y descubrió cómo su cansancio desaparecía y se llenaba de energía.
Los llevó a casa y su mujer le recomendó llevarlos al monasterio. Así lo hizo. El monje los echó al fuego y a los pocos minutos el monasterio se llenó de ricos aromas. Los granos se sacaron del fuego y se trituraron. El monje ordenó que se colocaran en el aguamanil y se cubrieron con agua caliente para preservar su bondad. Esa noche los monjes bebieron la rica y fragante bebida. Desde esa noche lo tomaron diariamente para mantenerse despiertos durante toda la noche.




LA YEBENÁ.

Es una cafetera negra de barro cocido que forma parte de la ceremonia del café que se celebra en Etiopía. Asistir a una ceremonia del café se considera un acto de amistad o de respeto.
Una mujer joven es la que realiza la ceremonia del café, vestida con un traje blanco con bordados de colores. Es un largo proceso que puede durar varias horas. En primer lugar, se lava el grano sin tostar. Se frota con las manos y se renueva el agua al menos un par de veces. Mientras se va lavando el café, en un infiernillo metálico se va haciendo una brasa. Sobre ella se coloca un platillo casi plano sobre el que, con calma y removiéndolo una y otra vez, el café se va dorando. Una vez tostado, la anfitriona pasa el platillo humeante ante los invitados para que pueden disfrutar de su aroma. Además, durante la ceremonia se queman maderas olorosas, especialmente incienso y sándalo. El origen de esta costumbre está en la capacidad de estos humos de ahuyentar a los mosquitos de la malaria. Una vez tostado, el café se muele a mano. En un pequeño recipiente, que se llama mukecha, se coloca el grano. con una gran precisión se golpea con un palo de madera, hasta que se consigue un polvo fino. Cuando el grano está tostado y molido, se coloca en la yebená con agua. Se pone sobre el mismo fogón en el que se tostó el café hasta que hierva. La forma del recipiente y la pericia de quien lo sirve impide que los posos se mezclen con la infusión. Normalmente tienen un orificio por el que se sirve el contenido. Pero a veces, en el ritual ofrecido al espíritu Za, puede tener dos. Servir el café en una sola taza y a través de un solo orificio es para satisfacer la hospitalidad al visitante. Pero, para no inquietar al espíritu za, la cafetera con dos picos es para servir dos porciones de café en una sola taza, una para el huésped y la segunda para el espíritu Za que, aunque invisible, está presente y se merece una buena hospitalidad. 





El café se sirve desde una altura de diez o quince centímetros, bien caliente y normalmente en tazas sin asas. Las tazas se colocan en una bandeja muy juntas. Se vierte el café en todas las tazas.

jueves, 19 de febrero de 2015

CULTURA IFE






Ife es la tradicional tierra de enterramiento de los reyes del antiguo imperio Yoruba. La capital, Ile-Ife, fue una ciudad sagrada que tuvo una vida intelectual cortesana que requirió un arte acomodado a sus necesidades. Esta ciudad se sitúa al suroeste de Nigeria, en el centro del área ocupada actualmente por el pueblo Yoruba. Sus comienzos se remontan al siglo IX y desarrolla una larga e intrincada historia hasta el siglo XVII, en que la degeneración del poder político la relegó a sede religiosa.


Esta ciudad-estado, de acuerdo con la tradición oral, fue el lugar donde descendieron los dioses para crear el mundo. Las antiguas leyendas refieren que Olorun, el Dios Supremo, envió a su hijo Obatala desde el Cielo para formar la Tierra en medio de las aguas. Olorun entregó a su hijo un cadena de hierro, una concha de caracol llena de arena  y una gallina con cinco dedos por pata. En el camino, Obatala se entretuvo con otros dioses y quedó sumido en un profundo sueño, producto del vino de palmera que bebió. Oduduwa, su hermano menor, aprovechó la ocasión para robar los elementos entregados por su padre. Bajó por la cadena, echó la arena al agua y soltó la gallina para que la esparciera. Cuando hubo comprobado su estabilidad, bajo a la Tierra y, allí donde colocó su pie, fundó la ciudad Ile-Ife y él se erigió en su primer Oni o rey. Su hermano Obatala se encolerizó y quiso vengarse de él, pero su padre aplacó sus ánimos y le otorgó el cometido de crear a los hombres. Otras versiones atribuyen a Oduduwa la creación de los seres deformes como consecuencia de una borrachera. También se dice que Oduduwa bajó con una semilla de palmera que plantó en la tierra; de ella creció una planta con dieciséis hojas, símbolo de las dieciséis familias gobernantes del estado yoruba.


Sea como fuere, los sucesores de esta legendaria casa real son considerados como personajes semidivinos. La civilización Ife se organizó de una forma confederada que agrupó innumerables reinos o ciudades-estado bajo la autoridad del Oni, el jefe religioso. Los reyes más importantes de la región recibían de este soberano el derecho de llevar la corona Illorin, realizada con perlas rojas, jaspe o coralina. Ife, convertida en un importante centro de peregrinaje, fue también el tribunal que solucionaba conflictos dinásticos.