En el continente africano la máscara es la imagen de un antepasado y puede estar consagrada al culto. La pueden usar en las guerras, los funerales o para impartir justicia.
En África, las mascaras no se limitan a cubrir la cara, sino que son inseparables de un vestido de tela, de hoja de palma o rafia, y aveces se complementan con bastones, sonajeros o zancos.
¿Cómo se fabrican?
Los creadores son los artesanos o los herreros del poblado. En la cosmogonía africana, el primer hombre que creó Dios fue al herrero, y por eso tiene el don de crearlas.
El trabajo del artesano es hereditario, pasa de padres a hijos. El árbol, al ser una materia viva, es portador de energía vital. La máscara recibe ese poder mágico del tronco del árbol cuyas raíces se han alimentado de la tierra y sus hojas han tomado el agua que proviene del cielo. Antes de ponerse a trabajar, para apaciguar el espíritu del árbol abatido, en ocasiones se recurre a un adivino para practicar las ceremonias necesarias. Con frecuencia, después de cortar el árbol, lo deja por algún tiempo en la tierra hasta que el espíritu encuentre una nueva morada.
Las máscaras no toman el carácter sagrado hasta la primera aparición en público, rodeadas de todo un ritual. Cuando un hombre se pone una máscara, su identidad permanece escondida y la expresión de la máscara le da una nueva identidad. Cuando el bailarín enmascarado actúa en un ritual religioso, la máscara lo introduce en una nueva dimensión. El danzante adapta sus movimientos al carácter que personifica y poco a poco se va transformando e identificando con su máscara, la cual a su vez, va cobrando vida en él.
La máscara Bayaka, pertenece a la República Democrática de congo. La etnia que la utiliza se asienta en la sabana, entre los ríos Kwango y Kwiliy, y habla el kingombo, una lengua bantú.
Es una máscara tipo yelmo. La cubierta de la cabeza se elabora con fibras vegetales, a la vez que se reviste y pinta con resinas y pigmentos naturales. La decoración en la parte superior constituye un signo de alto rango. El color blanco en el rostro, llena de espiritualidad, simboliza la muerte y el nuevo nacimiento de los jóvenes.
Se utilizan en la fiesta de clausura de la escuela de iniciación Nkanda. Los recién iniciados, llamados tudansi, ejecutan diversas danzas después de haber superado las pruebas como miembros que son de la comunidad. Tras las ceremonias, las máscaras son exhibidas en el poblado, frente a las casas de los bailarines o de los artesanos que las hacen, donde son criticadas, juzgadas y sometidas a tasación en el ámbito de un concurso. El artesano que haya ejecutado la mejor obra, según la opinión del público, recibe el título honorífico de Kimvunbu.