Kenia, la región inhóspita y tórrida situada cerca de la frontera de Etiopía, en la orilla noreste del Lago Turkana, contiene unos depósitos fosiliferos que se cuentan entre los más ricos del mundo.
Derivando de ciertas formas evolucionadas del Homo Habilis, el Homo erectus ocupa my pronto todo el territorio africano, del que pronto saldrán para extenderse poco a poco por toda la superficie de la tierra: es la gran diáspora que los llevará al Sur-Este asiático, a Asia Oriental, al continente de la India y a Europa.
Al homo erectus se debe: el descubrimiento de la simetría y del sentido estético con la aparición de los primeros bifaces, la domesticación del fuego, el uso de colorantes, la invención de la técnica (Levallois) para tallar piedras.
Los homos erectus tienen una capacidad craneana de 1000 centímetros cúbicos. El cráneo es alargado y frente huidiza. Las paredes craneales son gruesas. Las mandíbulas son gruesas y desprovistas de mentón. Las piezas dentarias son grandes. El esqueleto de los miembros es comparable al del hombre actual.
El origen africano de los humanos modernos está determinado con base en la información sobre la historia de nuestra especie, lo cual viene de varias fuentes como el registro paleoantropológico, los restos arqueológicos y las inferencias históricas basadas en las diferencias genéticas actuales observadas en los humanos. Aunque estas fuentes de información son fragmentarias ha ido convergiendo en los años recientes en la misma historia general, dando como resultado un origen para el Homo Sapiens en el África subsahariana entre 140000 y 200000 años. Lo que se ha dado en llamar en teoría Out of África. Si bien el origen africano de los humanos es evidente, no hay en realidad una región dentro de África que sea la Cuna de la Humanidad de manera indiscutible. El Homo Sapiens Sapiens aparece durante la última glaciación. Se caracteriza por una talla bastante elevada, la frente recta, la cara aplanada y un mentón desarrollado.
En África se presenta diversos tipos: los llamados Mechta Afalou, Mechtoide y los protomediterraneos.
Eran todavía cazadores-recolectores. En sus numerosos concheros, no se encuentran estructuras apreciables, ni siquiera hogares. Debían vivir en cabañas hechas a base de ramas.