viernes, 23 de marzo de 2018
LOS CUENTOS DE MI PRINCESA: ETIOPÍA. ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA
LOS CUENTOS DE MI PRINCESA: ETIOPÍA. ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA: Título: Etiopía. Entre la historia y la leyenda Autor: Juan Gónzalez Nuñéz Editorial.: Mundo Negro Isbn: 9788472952560 Nº de página...
jueves, 8 de marzo de 2018
SER MUJER EN ÁFRICA
El retrato de la mujer
africana que circula por el mundo las presenta como ignorantes, oprimidas y
pasivas. Esta imagen negativa trata de borrar el hecho de que la mujer en África
ha sido siempre emprendedora, trabajadora, y la columna vertebrar de la
sociedad, aunque no siempre sea reconocida como tal.
La mujer da a luz, educa,
transmite la cultura; trabaja dentro y fuera de casa para sacar adelante a la
familia; vive las responsabilidades familiares a menudo sola y en condiciones
muy difíciles. La mujer africana aparentemente pacifica y sumisa, se convierte
en luchadora frente a la supervivencia de la familia y para defender sus
derechos y libertades. Ante las dificultades reacciona con valor, entereza,
alegría y esperanza.
La contribución de la
mujer africana en sus hogares, en los sistemas de producción de alimentos y en
las economías nacionales es cada vez más reconocida, dentro de África y en la
comunidad internacional. Esto se debe, en gran parte, a los
enérgicos esfuerzos de las propias mujeres africanas para organizarse,
articular sus preocupaciones y hacer oír su voz. Al mejorar su posición, las
mujeres fortalecen la sociedad africana en su conjunto, y mejoran las perspectivas
del continente para un desarrollo más amplio.
El nuevo contexto les ha
facilitado el acceso a espacios de poder prácticamente inéditos hasta la fecha.
Las mujeres están presentes en los trabajos sencillos y en la economía
informal, pero también en la vida pública, en los parlamentos, en grandes
empresas, en la administración, bancos, cooperativas, movimientos
reivindicativos, acciones políticas, lucha por la justicia y la paz.
Es necesario el acceso de
las mujeres a los recursos, a los servicios y a la infraestructura, así como su
participación en la economía y en las decisiones políticas que les conciernen.
Otros pasos importantes para el avance de la mujer y con ella de toda la
sociedad es un empleo digno con derechos incluidos; el reconocimiento práctico
de sus derechos; la promoción de sus capacidades y su autonomía para que esté
en pie de igualdad con los hombres en todos los campos e instituciones.
LA
MUJER Y EL CAMPO
En medios rurales es
habitual que la mayor parte de los trabajos (cuidado de la casa y de los hijos,
recogida de agua y leña, preparación de alimentos, trabajos agrícolas y
atención del ganado doméstico…) sean realizados por las mujeres, mientras que
los hombres pasan el tiempo reunidos entre ellos, bebiendo y tratando asuntos
de la comunidad. En muchos casos, la elección de compañero matrimonial está
supeditada al visto bueno de la familia, que mira más los intereses familiares
que los de la futura esposa. Una vez casada, no tiene voz ni voto en los
asuntos familiares e incluso, no se cuenta con ella en caso de que el marido
vaya a tomar una nueva esposa.
Debido al poder de “dar
la vida” la mujer posee la fertilidad. De ahí el papel importante que juega en la
siembra y en la cosecha, de las que depende la vida de la familia. Es la mujer
la encargada de sembrar, de introducir la semilla en la tierra ya que su poder
de dar la vida hará posible la germinación de la semilla.
Las mujeres trabajadoras
rurales, son responsables de la mitad de la producción mundial de alimentos.
Producen entre el 60% y el 80% de los alimentos en la mayoría de los países del
tercer mundo.
Las mujeres siembran,
aplican fertilizantes y plaguicidas, recolectan y trillan las cosechas. Ellas
también trabajan en los cultivos secundarios, las legumbres y las hortalizas.
En el sector pecuario,
las mujeres dan de comer y ordeñan a los animales de mayor tamaño, además de
criar aves de corral y animales pequeños como ovejas, cabras, conejos.
Una vez que se ha
recogido la cosecha, las mujeres aportan la mayor parte de la mano de obra
necesaria para las actividades post-cosecha, responsabilizándose del
almacenamiento, la manipulación, la constitución de reservas, la elaboración y
comercialización.
Aunque las campesinas
están asumiendo un papel creciente importante en la agricultura, siguen
contándose entre los grupos de población más desfavorecidos. La mujer no tiene
derecho alguno sobre la propiedad de la tierra.
LA
MUJER Y EL AGUA
En los países en
desarrollo la mujer suministra y gestiona el agua; su recolección la realiza
desde las mismas fuentes locales en áreas tanto rurales como urbanas, lo que
supone un conjunto de largas caminatas, ya sea a partir de su extracción desde
la aldea o las estaciones de bombeo junto a la carretera, ya sea comprándosela
directamente a los aguadores.
Esta tarea comienza desde
edades muy tempranas, cuando las niñas acompañan a sus madres o a sus hermanas
mayores; los cántaros que suelen cargar sobre sus cabezas y hombros pueden
llegar a pesar entre veinte y treinta kilos.
LA
MUJER Y EL COMERCIO
La mujer en sus
mini-negocios se dedica a actividades diversas que producen beneficios: hacer
cerveza y bebidas alcohólicas, cría de animales, artesanía, teñido de telas
africanas y comercialización de productos agrícolas. Cuando los productos
básicos tales como el jabón, leche y medicinas encarecen, las mujeres empiezan
a producirlos. Entre el 30% y 90% de los vendedores ambulantes son mujeres.
La mujer como estamos
viendo a través de la exposición juega un papel fundamental en la economía
familiar en gran parte de África y su posición en el comercio, pero ¿Cómo las
mujeres africanas consiguen financiarse?
Un grupo de mujeres se
juntan y deciden crear una asociación, según en el país que estemos llevará un
nombre u otro, así en Congo se llama musika, en Camerún Tontina…
Comprometiéndose las participantes a aportar regularmente (semanal,
mensualmente) una pequeña cantidad de dinero. De forma rotativa, cada una de
las participantes irá teniendo acceso al dinero ahorrado cuando necesiten
recurrir al mismo para hacer frente a un gasto familiar, o una compra
extraordinaria, o para iniciar un pequeño negocio…
La imposibilidad para
acceder al sistema financiero bancario ha hecho que muchas empresarias
africanas actuales comenzaron su andadura a través de este sistema de
financiación. Tal es el caso de la Presidenta de la Asociación de Mujeres
Empresarias (FCEM), Françoise Foning.
Actualmente, están muy
extendidos los llamados microcréditos para la puesta en marcha de pequeños
negocios personales, familiares o en cooperativa y de los que las mujeres
suelen ser las principales beneficiarias. Estos microcréditos son prestados por
instituciones públicas y privadas, nacionales o internacionales, siendo,
quizás, la institución más representativa el Banco Mundial de la Mujer, fundado
por la ghanesa, Esther Afua Ocloo.
LA
MUJER Y LA EDUCACIÓN
La educación es la clave
de la prosperidad y la libertad. Frecuentemente la pobreza significa que a las
niñas se las saca de las escuelas o no se las deja asistir, a pesar de que las
mujeres que han recibido una educación suelen criar a sus hijos más sanos y con
más posibilidades de que vayan a la escuela y no la abandonen. Además, las
mujeres con formación tienen la capacidad de ganarse un sueldo y aprenden y
desarrollan habilidades para ser más productivas en sus respectivos trabajos,
lo que las da más oportunidades en la vida. También son personas que asumen
papeles activos en sus comunidades y en la toma de decisiones de sus familias.
Una excepción a la
inferioridad general de desarrollo cultural de la mujer es el caso de Botswana.
Hasta la independencia, tradicionalmente, los muchachos eran los responsables
del cuidado del ganado por lo que eran muchas más las niñas que los niños que
acudían regularmente a la escuela. Tras la independencia, el país se encontró
con muchas más mujeres que hombres para asumir los trabajos de la
Administración y de la empresa privada. Esta situación trajo consigo otras
consecuencias. Muchas mujeres han optado por no casarse, de forma que la
situación de gran número de madres solteras por decisión libre.
LA
MUJER Y LA ECONOMÍA FORMAL
La mujer ocupa un lugar
pequeña en la economía formal del África subsahariana, debido fundamentalmente
a su falta de acceso a recursos clave como la educación y la salud. La mujer
africana está insuficientemente representada en el empleo formal: administración
y empresas privadas.
A nivel mundial solo la
mitad de las mujeres en edad de trabajar tienen un trabajo remunerado, mientras
que de cada 10 hombres siete trabajan. Este desequilibrio de género es aún más
notable en el África del Norte, donde sólo dos de cada 10 mujeres en edad de
trabajar, trabajan.
Las mujeres están poco
cualificadas. Muy pocas mujeres son directivos, y aunque más mujeres ocupan
actualmente altos cargos científicos y profesionales, siguen representando una
proporción muy pequeña de las personas empleadas en esta categoría. En África
hay más mujeres jóvenes capaces de leer y escribir que hace 10 años. La mayor
parte de las mujeres asalariadas y profesionales trabajan en la educación, en
la salud y en los servicios sociales.
LA
TROKOSIS
En países como Nigeria,
Benin, Togo y Ghana, sobrevive una práctica denominada trokosis. Es lo más
parecido a una forma de esclavitud encubierta. Con esta práctica se sacrifica a
las hijas a redimir el delito de los padres.
En la lengua EWE trokosis
significa “esposa de dios”. La niña de la familia infractora es enviada a un
santuario para que se produzca la expiación del delito. La niña sacrificada
debe servir al sacerdote tribal durante tres o cuatro años. Pasado ese tiempo,
puede volver con la familia.
Pero la realidad es que
esta pena implica la explotación y los abusos sexuales de las niñas. Se puede
hablar de dos tipos de Tokosis: en el primer caso, las niñas se liberan después
de servir, normalmente el tiempo que hemos expuesto anteriormente, en el
segundo, las que tienen que servir de esclavas de por vida. Además, si una niña
sacrificada muere o si el sacerdote se cansa de ella, la familia tiene que
reemplazarla con otra niña. Por ello si se ha cometido delitos graves, las
familias tienen que renunciar a sus niñas por generaciones.
Cuando las niñas son
liberadas, según la tradición, una niña que ha pasado por la trokosis permanece
casada de por vida con la deidad, y se le puede requerir para prestar sus
servicios en un santuario tras su liberación, no importa el momento. Por lo
tanto no pueden casarse, quedando con la única alternativa de vivir o de
malvivir en un forzado concubinato con el sacerdote o con otros hombres durante
toda su vida. Pero si un sacerdote muere, sus niñas trokosis son heredadas por
su sucesor.
LA
ABLACIÓN
El motivo de esta
mutilación: impedir que la niña se convierta en una promiscua. La mayor parte
de las niñas y mujeres que han sido víctimas de esta práctica viven en 28
países africanos.
Las personas que
practican la ablación genital femenina son generalmente comadronas
tradicionales o parteras. La ablación más severa y dolorosa de las que existen
es la infibulación o circuncisión faraónica. Este tipo de mutilación consiste
en la eliminación del clítoris, los labios menores y parte de los mayores y su
posterior cosido con alambre, con hilo de pescar o con una pasta casera que
actúa como pegamento. El resultado es un pequeño orificio para que la víctima
pueda menstruar.
Después de la
intervención, le juntan las piernas y se las vendan desde arriba con una soga
hasta los dedos gordos de los pies, “Es una forma de guardar la virginidad de
la joven y contribuir a la cicatrización. Con un poco de suerte sorteará las
infecciones, pero no se librará de menstruaciones dolorosas. En su noche de
bodas volverá a recordar este sufrimiento cuando una mujer se ocupe de
prepararla para la penetración, rajando el orificio pequeño que le dejó la
infibulación.
Además existen otros
tipos de mutilación genital, como la clitoredictomía o sunna, que es la menos
severa y consiste en la extirpación parcial o total del clítoris. Hay otra
intermedia, conocida como la escisión o circuncisión, que acaba con el corte
del clítoris y de los labios inferiores.
Las secuelas de esta mutilación son los problemas
menstruales, los quistes y las infecciones crónicas de la pelvis y llegan a la
infertilidad. Las mujeres que han sufrido esta mutilación en caso de que queden
embarazadas tienen más problemas en el parto y sus hijos, más posibilidad de
morir en el periodo peri natal. Su riesgo de que el parto acabe en cesárea es
de un 30 % más que el de las mujeres que no han sufrido mutilación.
LA
MUJER Y EL PODER
Hay muchas mujeres
líderes en África, pero faltan los medios y la formación para que florezcan. La
educación de la mujer tradicional no le ayuda a dedicarse a la política, pero
el deseo de transformar la sociedad hace que actualmente un número creciente de
mujeres se presenten como candidatas a puestos políticos.
Hace diez años no había
ni una sola mujer que tuviese un cargo en un ministerio en el continente
africano; hoy, Ruanda es el país con mayor representación parlamentaria
femenina del mundo, el 49%, por encima de Suecia. Además, en Sudáfrica y
Mozambique tienen un 30% de mujeres en sus hemiciclos y en Namibia representan
el 27%. De los 6.400 diputados africanos, solo 866 son mujeres (31%).
Las actividades políticas
de las mujeres africanas antes de 1990 estaban limitadas a las mujeres
pertenecientes a los partidos políticos nacionales. Con la llegada de la
democracia, estas restricciones se van desmantelando rápidamente, Ruanda,
Sudáfrica y Liberia, donde se han realizado esfuerzos para reestructurar las
sociedades y eliminar los impedimentos al acceso de la mujer al poder y a las
posiciones de liderazgo.
En el siglo XX, tres
mujeres africanas ejercieron el liderazgo en sus países: Elizabeth Domitien, de la República Centroafricana, Sylvie Kinigi de Burundi, y Agathe Uwilingiyimana de Ruanda. Las
dos últimas como primer ministro. Actualmente Johnso-Sirleaf es el jefe de estado de Liberia y la primera mujer
africana presidente elegida en las urnas. Dos mujeres han sido primer ministro,
Luisa Dias Diogo en Mozambique y Maria das Neves Ceita Batista de Sousa,
primer ministro de la República de Santo Tomé y Príncipe.
Destaca la Dra. Wangari Maatahai, primera mujer
africana Premio Nobel de la Paz.
Hay algunas mujeres que
defienden los intereses de las mujeres, y otras los suyos propios. Así la ex
ministra de finanzas de Nigeria, Ngozi
Okonjo Iwela, experta que dirigió la lúgubre economía de Nigeria, logró la
condonación de la deuda externa en los Clubes de París y Londres, que había
paralizado el crecimiento económico de la nación.
El asesinato de la
primera ministra de Ruanda Agathe
Uwilingiyimana, puso fin a la lucha que había entablado para acabar con la
opresión de la mujer en su país. Specioze
Wandira Kazibwe fue la primera mujer vicepresidente de Uganda: “Las mujeres
en política tendrán que mostrar su valía en la toma de responsabilidades…”
La Dra. Dora Nkem Akunyili, Directora General de la Agencia Nacional
para la Alimentación y las Medicinas de Nigeria transformó esta institución y
combatió ardientemente el problema de medicamentos y alimentos falsificados.
Hoy las mujeres quieren
tomar parte en las decisiones y procesos políticos y económicos que les afectan
y piden que las políticas tengan en cuenta la situación de las mujeres y
faciliten su participación.
EL
DERECHO DE LA MUJER
En la mayor parte de los
países africanos el sistema legal y de propiedad es discriminatorio contra las
mujeres que no tienen derecho a poseer la tierra, ni a transmitirla a sus
herederos cuando la han comprado o recibido en herencia. La firma de la mujer no
tiene validez legal en muchos países.
El código de la familia
que prevalece en muchos países africanos es desfavorable a la mujer, ya que
prohíbe a las niñas recibir una parte justa de una herencia, e impide a las
mujeres ejercer la patria potestad sobre sus hijos cuando se disuelve el
matrimonio o cuando enviuda.
Las niñas se enfrentan a
menudo muy jóvenes a matrimonios arreglados.
En la mayoría de los
países africanos, en caso de muerte del marido, la esposa queda completamente a
disposición de la familia del marido, que se apodera de todos los bienes y
hasta de su persona. La mujer pasa a ser propiedad de uno de los hermanos
aunque ella se niegue.
La familia del marido se
queda también con toda la propiedad y bienes inmuebles, dejando a la viuda y a
los hijos en completa pobreza e indigencia, ya que aunque la herencia pase a
los hijos un familiar del marido es el albacea.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)